Tchia.- Supongo que cualquiera que haya jugado un videojuego durante más de una hora tiene una idea de que crear videojuegos no es fácil. Con la inconmensurable cantidad de trabajo que implica producir un juego (dependiendo del tamaño y la complejidad), no es una locura pensar que un juego terminado es cualquier cosa menos un milagro.
Este milagro es aún más increíble cuando un equipo de pequeño desarrolladores embarcan un viaje para crea un juego que podia ser imposible debido a la cantidad de personas que estaban desarrollando ese juego. Tchia es uno de esos juegos. El estudio responsable, Awaceb, tiene alrededor de 10 personas o mas. Nativo de un pequeño archipiélago en el Océano Pacífico llamado Nueva Caledonia, el estudio creó un juego de mundo abierto con una variedad de mecánicas, características y jugabilidad que solo había visto en juegos de mucho más alto presupuesto.
Y como si fuera poco, Tchia es un juego lleno de personalidad en el que puedes sentir el mimo puesto en crear una experiencia tan auténtica. Este juego es un recordatorio de lo que hace que jugar videojuegos sea una actividad tan divertida.
Tchia es un encantador y distinguido
Inspirado en la cultura y el folclore de Nueva Caledonia, el juego está totalmente expresado tanto en el idioma nativo de Drehu como en francés. Los animales, la flora y los lugares icónicos fueron recreados en Tchia, brindando una visión fantasiosa pero con un contexto creíble del archipiélago. Estos detalles cooperan en la construcción del mundo y ayudan a acomodar mejor a los jugadores que pueden estar muy alejados de este tipo de cultura.
El juego comienza con una narradora que cuenta la historia de una niña que tiene un don muy especial. La niña, Tchia, vivió una vida pacífica con su padre. Ambos cocinaron, cantaron y realizaron diversas actividades juntos. En el cumpleaños de Tchia, ambos reciben la visita de un amigo del padre de la niña, llamado Tre que hasta ese entonces todo parecia estar bien.
La felicidad dura poco debido a una segunda visita inesperada: un mercenario llamado Pwi Dua, al servicio de la malvada diosa Meavora que domina toda la región. Pwi Dua secuestra al padre de Tchia, a pesar de todos los esfuerzos de la niña por detenerlo. Tre atiende brevemente a Tchia para que se recupere y va en busca de su padre y descubre la motivación de Pwi Dua y Meavora detrás del secuestro.
La historia está lejos de ser una gran odisea o una aventura llena de giros y vueltas. Los altos de la narrativa se resienten un poco por ser predecibles y los personajes se esfuerzan por demostrar un mínimo de carisma –quizás por el presupuesto ligeramente más bajo o por la priorización en otros elementos del juego como mecánicas y jugabilidad.
Uno de los puntos que más discrepó conmigo fue la falta de coincidencia de algunos eventos en relación con lo que el juego presentaba para que hicieras y lo que estaba sucediendo en la historia. Por ejemplo: al principio, después de que secuestran al padre de Tchia, la falta de urgencia en lo que acaba de suceder es un poco desconcertante. A diferencia de Tre y Tchia que planean o hablan sobre lo que pasó, ellas… empiezan a cantar. Un estilo muy musical por cierto.
No plantearía esta pregunta si fuera algo que dificultara la inmersión en la historia; es realmente un paso muy extraño. Esto sucede algunas otras veces, pero esta al comienzo del juego se me quedó grabada.
Aparte de eso, el mejor personaje aquí es el escenario. Como comenté anteriormente, los escenarios son hermosos y tienen un enorme significado a lo largo de la historia, ya sea en la fauna o la flora que conforman este hermoso contexto en el que se desarrolla Tchia.
Esperaba cualquier cosa menos un simulador inmersivo.
Aquí entramos en el mayor diferencial de este juego. Tchia es un juego “AA”: juegos independientes con un cierto nivel de presupuesto que pueden recibir ayuda de los editores. Stray, el juego de gatitos que se lanzó en julio pasado, es uno de esos. Por lo tanto, no es raro que los juegos sean más lineales o sin muchas mecánicas sofisticadas.
En el momento en que abrí el mapa y vi tanto contenido y cosas que hacer, estaba legítimamente asustado y sorprendido a la vez. Tchia sigue un modelo de ideas de mundo abierto similar a Ubisoft: escalas un punto de referencia, presionas un botón y aparecen algunos íconos, ya sean coleccionables, puntos de mejora de resistencia, etc. Lo sé, no es exactamente original, pero la mecánica transversal de este juego añade sabor a estas actividades.
En Breath of the Wild, por ejemplo, el parapente y la posibilidad de escalar cualquier superficie dan una nueva perspectiva sobre cómo llegar a los lugares. Llegar a un nuevo santuario o recoger una semilla de korok se convierte en algo divertido porque ir del punto A al punto B no es una tarea monótona. Tchia sigue exactamente esta filosofía.
La inspiración en Breath of the Wild no es tímida ni pequeña. Los desarrolladores saben lo que buscaban y cómo lo ejecutaron. Sin embargo, el mayor giro para mí fue cómo el personaje interactúa con el mundo y cómo la mecánica de “salto del alma” se convierte en el tema central del juego.
En los primeros capítulos, Tchia descubre la capacidad de “poseer” animales y objetivos. Las aves se convierten en el principal medio de locomoción aérea; las piedras y los objetos aleatorios se pueden usar como catapultas para que el jugador llegue a lugares más lejanos; las lámparas sirven para quemar a los enemigos (llamados Maano, estas criaturas están hechas de tela) y varias posibilidades más.
El poder de Tchia me recuerda el poder de Mimic en Prey. En el juego de Arkane, era posible poseer varios objetos aleatorios y llegar a lugares que antes no eran posibles. El salto del alma de Tchia sigue la misma idea, pero explorando un mundo abierto con más posibilidades y formas de cruzar el mundo.
El juego también cuenta con un ukelele o también conocido como guitarra hawaiana, completamente “jugable”, en el mismo estilo que Ellie podía tocar la guitarra en The Last of Us Part II. Es posible elegir los acordes, la forma de tocar cada nota, etc. El nivel de atención puesto en este detalle es asombroso. Sin mencionar las docenas de elementos de personalización para el personaje, el ukelele, la balsa que Tchia usa para navegar y varios otros elementos.
¿Y a qué me refiero con que Tchia sea un simulador inmersivo? Al igual que Prey, Deus Ex o Dishonored (aunque son juegos de estilos totalmente diferentes), Tchia comparte el mismo ADN que describí aquí: agencia total del jugador en cómo explorar el mundo y resolver los problemas que propone el juego. Es satisfactorio y absolutamente ingenioso.
una buena experiencia
Tchia es un juego para relajarse. La banda sonora compuesta por instrumentos regionales y un sonido muy tropical te trae la ligereza de un paseo por la playa. Explorar esta interpretación de Nueva Caledonia me dio buenos momentos para relajarme, como si estuviera disfrutando de unas vacaciones.
Aunque la historia es, en mi opinión, un punto débil, su mecánica lo compensa y brinda unas buenas horas de diversión y exploración en un mundo abierto. Aunque no es un mapa enorme, hay muchas cosas que hacer y disfrutar.
La habilidad de salto del alma brilla más que un simple truco y se convierte en el principal medio de locomoción del juego. Poseer varios animales y objetos nunca ha sido tan divertido. Tchia está disponible para PS4/PS5 (incluido en el paquete extra de PS Plus) y PC a través de Epic Games Store.
CONCLUSIÓN
Tchia es un juego relajante, sin concesiones y hecho con amor. Tiene una gran mecánica transversal pero lo compensa con una historia con un ritmo extraño.
