The First Berserker: Khazan no es solo otro Souls-like más. Es un rugido violento en medio del caos que grita desde las entrañas de un universo oscuro y despiadado. Este juego no se anda con rodeos: desde el primer minuto te lanza de cabeza al abismo emocional de su protagonista, un guerrero enorme, de melena dorada, rostro endurecido por el dolor y una sed de redención que lo consume como el fuego.
Khazan es más que un personaje; es una fuerza de la naturaleza, una bestia traicionada por sus propios camaradas que ahora despierta para ajustar cuentas, limpiar su nombre y reclamar la gloria que le fue arrebatada. La historia no necesita ser compleja para ser poderosa: todo se resume en una misión que lo arriesga todo, un viaje marcado por sangre, acero, y un deseo incontenible de venganza.
Una estética que ruge como los dioses
Visualmente, el juego es un deleite. Con un estilo cel-shaded cargado de energía y personalidad, cada entorno, cada criatura y cada animación está diseñada para impactar. Pero no es solo belleza lo que ofrece este mundo; es crudeza, es amenaza constante, es la sensación de que cada rincón esconde algo que puede destruirte en segundos. Ambientado en paisajes inspirados por mitologías nórdicas y vikingas, recorrerás castillos en ruinas, montañas congeladas, pantanos venenosos y campos de batalla abandonados donde el eco del pasado aún resuena. Cada zona cuenta una historia, y tú, como Khazan, eres el catalizador de una guerra antigua que nunca terminó del todo.
La jugabilidad es intensa, adictiva y brutalmente honesta. Khazan no se mueve como un caballero elegante ni como un ninja acrobático. Él es pura fuerza, puro peso, pura furia contenida. El combate gira en torno a bloqueos, parrys y ataques precisos que castigan cada error sin piedad. No hay espacio para la improvisación torpe. Aprender los patrones del enemigo, dominar tus propios movimientos y ejecutar contraataques en el momento justo son esenciales para sobrevivir. Y cuando lo logras, cuando por fin clavas ese parry perfecto y desatas una tormenta de golpes imbuidos en sangre, el juego te recompensa con una explosión de partículas y adrenalina que se siente gloriosa.
Khazan puede alternar entre tres estilos de armas: espadas a dos manos que destrozan a cualquiera con un par de golpes certeros, lanzas para los que prefieren mantener distancia y atacar con precisión, y un estilo dual más veloz y agresivo. Cada estilo tiene su propio árbol de habilidades y combos, con ataques especiales que evolucionan a medida que subes de nivel.
Hay algo profundamente satisfactorio en desbloquear un nuevo poder, practicarlo y luego utilizarlo para aplastar al jefe que antes parecía invencible. Además, hay una habilidad estilo Limit Break, que se activa después de vencer a un jefe importante: por unos segundos, te vuelves invulnerable, haces un daño ridículo y desatas una furia digna de los dioses. Es el botón del clímax, el grito de guerra de un guerrero que se niega a caer.
Un camino teñido de dolor, hielo y veneno
Las misiones principales, unas dieciséis en total, están diseñadas como capítulos intensos y variados, donde cada uno culmina con un jefe que pondrá a prueba no solo tus habilidades, sino también tu paciencia. Desde monstruos ígneos en coliseos, hasta espectros marinos que controlan olas de oscuridad, pasando por hechiceros malditos y bestias deformes que parecen salidas de una pesadilla, la creatividad de los combates es impresionante. No hay dos encuentros iguales, y eso mantiene la tensión viva durante toda la campaña, que fácilmente puede durar más de 40 horas. Y si decides hacer las misiones secundarias, que reutilizan mapas pero con objetivos diferentes y versiones alternativas de los jefes, la experiencia se extiende aún más, sin sentirse repetitiva.
El sistema de progresión es generoso, aunque algo desequilibrado: es muy fácil subir de nivel. En mi partida, llegué al nivel 100 antes del final de la historia, mientras que en Elden Ring apenas logré alcanzar el 80. Afortunadamente, Khazan te da herramientas para experimentar y jugar como quieras. Hay un sinfín de equipamiento, piezas con sinergias, bonificaciones por sets y efectos especiales que le dan una profundidad estratégica muy divertida. Algunos podrían decir que hay demasiado loot, que a veces la diferencia entre una pieza y otra es mínima. Pero para los que disfrutan afinar su build, probar nuevas combinaciones y sentirse cada vez más poderosos, este juego es una mina de oro.
El déjà vu de los Souls, pero mejor pulido
Una de las grandes sorpresas es lo justo que se siente el reto. Muchos Souls-likes fallan al tratar de copiar la dificultad de FromSoftware sin entender su diseño. Aquí no. The First Berserker: Khazan te exige, sí, pero también te respeta. No hay trampas baratas ni jefes absurdamente rotos. Hay dificultad, pero también equilibrio. Incluso ofrece un modo fácil para quienes solo quieren disfrutar la historia y el universo sin tanta frustración. Aun así, vencer a un jefe después de diez, veinte o más intentos, sigue siendo uno de los placeres más puros que un juego de este tipo puede ofrecer.
En medio de todo este caos, hay momentos de calma. Diálogos con PNJ que amplían el trasfondo del mundo, decisiones que afectan ligeramente la narrativa, y eventos dinámicos que cambian el estado del mundo, abriendo caminos alternativos o alterando la presencia de enemigos. Hay detalles sutiles que enriquecen la experiencia sin saturarla. Y aunque la historia no es especialmente profunda, la manera en que se entrega —a través de la acción, la ambientación y la actitud de Khazan— es suficiente para mantenerte conectado emocionalmente hasta el final.
The First Berserker: Khazan no reinventa la rueda, pero sí la pule hasta que brilla con una fuerza propia. Es un título que entiende la esencia del género Souls-like y la eleva con estilo, personalidad y una ejecución técnica sólida. Es un viaje salvaje, sangriento y explosivo, con un protagonista que se siente como una leyenda viviente. Si disfrutaste de juegos como Lies of P, Wo Long: Fallen Dynasty o incluso los más clásicos del género, este es un título que no puedes dejar pasar. No porque sea perfecto, sino porque tiene alma, tiene garra, y tiene una identidad que lo hace destacar entre tantos otros.
En resumen, Khazan no solo recupera su honor, también se gana el nuestro. Es un guerrero digno de ser recordado… y un videojuego que merece ser jugado.
