Steel Seed.- En una época donde los videojuegos luchan constantemente por reinventarse, por encontrar la próxima gran mecánica o el giro narrativo más rompedor, Steel Seed se atreve a mirar hacia atrás con orgullo. En lugar de romper moldes, este título desarrollado por el estudio independiente Storm in a Teacup y publicado por ESDigital Games apuesta por una fórmula conocida, pero bien ejecutada. Lo que ofrece es una sólida aventura cinematográfica que, aunque inspirada por gigantes del género, se gana su lugar con personalidad y enfoque.
Si alguna vez te encontraste suspirando por las escenas trepidantes de Uncharted, la narrativa espacial de Star Wars Jedi: Fallen Order o la melancolía tecnológica de Horizon Zero Dawn, entonces el viaje de Zoe a través de un mundo sombrío, devastado por las máquinas, podría ser justo lo que estás buscando.
Pero claro, cuando te inspiras en los más grandes, el riesgo es alto: ¿logrará Steel Seed brillar por mérito propio o quedará a la sombra de los titanes que lo influencian?
Vamos por partes.
Un mundo roto, una protagonista reconstruida
El núcleo emocional de Steel Seed se basa en una transformación tan literal como simbólica. El juego abre con una escena que bordea lo onírico: Zoe, acompañada de su padre, el Dr. Archer, se enfrenta a un destino incierto antes de despertar en una nueva forma —mitad humana, mitad máquina—, en una instalación subterránea postapocalíptica. Ya desde este punto el tono queda claro: hay algo roto en el mundo, pero también algo roto en Zoe. Y a través del viaje, ambos buscarán respuestas… y quizás redención.
La narrativa se va desgranando lentamente, con ecos de NieR Replicant, aunque sin llegar a su profundidad filosófica, y toques de Horizon, aunque sin el mismo nivel de sofisticación en la construcción del mundo. Sin embargo, Steel Seed tiene algo que muchos juegos más ambiciosos no consiguen: alma. La relación entre Zoe y Koby, su pequeño dron acompañante, está repleta de ternura, incluso si este último solo se comunica mediante sonidos electrónicos. Hay humanidad en esos pitidos, hay complicidad, y eso genera apego.

Además, la presencia de la inteligencia artificial S4VI añade una capa interesante. Su rol como guía —a veces aliada, a veces ambigua— plantea preguntas sobre la moralidad de las máquinas, los límites de la autonomía humana y la delgada línea entre control y libertad. La historia, aunque sencilla, no teme explorar temas familiares desde una perspectiva íntima.
Exploración: cuando moverse se siente bien
Uno de los puntos más sólidos de Steel Seed es su diseño de niveles y la forma en que premia la exploración. Aunque la estructura general es lineal, dentro de cada área hay suficiente variedad de caminos, puzles ambientales y secretos para mantener el interés. El control de Zoe es ágil, con una movilidad que recuerda a los mejores momentos de Tomb Raider (2013) o Uncharted 4, donde el acto de saltar, trepar o deslizarse no solo es funcional, sino divertido.

El juego no intenta esconder sus ayudas visuales —esas líneas verdes brillantes que indican a dónde ir pueden parecer intrusivas para algunos puristas—, pero cumplen su función: mantener el ritmo. Aquí no se trata de perderse durante horas, sino de fluir por un mundo cuidadosamente diseñado para sentirse orgánico.
Además, el uso de Koby no se limita a acompañar: sus funciones para activar mecanismos, hackear terminales o distraer enemigos añaden dinamismo a las secciones de plataformas y puzles, introduciendo capas de colaboración sutiles pero efectivas.
Combate: una promesa que no se cumple del todo
Lamentablemente, el apartado de combate no mantiene el mismo nivel de excelencia. Aunque inicialmente parece que Steel Seed podría aspirar a un enfoque tipo Soulslike —esquivas precisas, ataques cronometrados—, la realidad es mucho más simple. Existen ataques ligeros y pesados, una mecánica de esquiva que ofrece recompensas si se sincroniza bien, y algunas habilidades desbloqueables, pero todo se siente superficial.
No hay barra de resistencia, ni enemigos que requieran una estrategia real más allá de golpear y esquivar. Esto hace que la mayoría de los combates se resuelvan con un “machacabotones” que, aunque entretenido en pequeñas dosis, pierde fuerza con el tiempo. Es una lástima, porque el sistema tiene potencial, pero parece que el juego decidió no ir demasiado lejos en esta dirección, posiblemente para no alienar a los jugadores más casuales.


Sigilo: menos es más
Curiosamente, lo que el combate no logra, el sigilo sí. No es un sistema profundo ni complejo, pero funciona muy bien. Ocultarse tras paredes, desactivar enemigos silenciosamente o utilizar a Koby para crear distracciones resulta satisfactorio, especialmente porque muchas de estas secciones son opcionales. No necesitas ser un maestro del sigilo para avanzar, pero si lo prefieres, ser discreto es más que viable, e incluso más gratificante.
La libertad para abordar situaciones a tu manera añade una capa de inmersión valiosa, algo que muchos juegos lineales suelen pasar por alto.
Progresión: sin niveles, pero con propósito
Uno de los mayores aciertos —y quizás más subestimados— de Steel Seed es su sistema de progresión, que se desmarca con elegancia de los estándares actuales del género. En lugar de recurrir al típico árbol de habilidades que crece a golpe de puntos de experiencia y farmeo interminable, el juego propone una evolución mucho más orgánica y dinámica. Aquí, es el propio rendimiento del jugador lo que dicta su crecimiento.
Acciones como marcar enemigos estratégicamente, ejecutar esquivas precisas en el momento justo o completar desafíos contextuales son las que abren la puerta a nuevas herramientas y habilidades. No se trata de matar por matar ni de repetir misiones para subir de nivel: Steel Seed te recompensa por jugar con inteligencia, por observar, por reaccionar con destreza.
Este enfoque mantiene al jugador en un estado constante de alerta y compromiso con lo que ocurre en pantalla. No hay espacio para el piloto automático. Cada interacción tiene peso, y cada pequeña victoria se siente merecida. El resultado es un ritmo más envolvente, que prioriza la conexión con la mecánica en lugar de caer en el tedio de grindear por estadísticas vacías.
Y ahí no termina la propuesta. En una decisión que sentará bien a quienes prefieren experiencias más limpias y centradas, Steel Seed prescinde por completo de la gestión de inventario y loot. No hay que perder tiempo revisando menús interminables, comparando piezas de equipo o preocupándose por cuál arma tiene mejores números. El juego quiere que mires hacia el mundo, no hacia el HUD. Quiere que te enfoques en la historia, en los entornos, en la atmósfera densa y opresiva que construye en cada rincón. Y lo logra con creces. Este minimalismo no es una falta de contenido, sino una decisión de diseño deliberada que, en lugar de distraer, amplifica la inmersión.
Un deleite visual subterráneo
Potenciado por Unreal Engine 5, Steel Seed brilla en lo técnico. La instalación subterránea, con sus luces parpadeantes, nieblas controladas y estructuras mecánicas oxidadas, parece sacada de una distopía cinematográfica. La iluminación juega un papel crucial, guiando al jugador y estableciendo el tono emocional de cada escena. El uso de la tecnología Lumen permite una iluminación global impresionante, que cambia de forma dinámica y responde al entorno de manera natural.
Uno de los aspectos más destacables de Steel Seed es su sorprendente nivel de optimización. A diferencia de muchos títulos recientes que llegan al mercado con problemas de rendimiento o parches urgentes de día uno, este juego se siente pulido desde el primer momento. Y lo mejor de todo: no necesitas una supercomputadora para disfrutarlo.


En términos técnicos, el juego no es especialmente exigente. Incluso una tarjeta gráfica como la Nvidia GTX 1070, que ya tiene varios años en el mercado, puede mover Steel Seed con solvencia en configuraciones medias-altas, manteniendo una experiencia estable y visualmente atractiva. Esto habla muy bien del trabajo de ingeniería detrás del título, especialmente considerando que corre sobre Unreal Engine 5, un motor conocido por sus exigencias gráficas.
Ahora bien, en equipos de gama alta, el rendimiento es sencillamente espectacular. En pruebas realizadas con una RTX 4080, el juego se ejecuta con fluidez absoluta en 4K, con el DLSS activado y sin comprometer la calidad visual. De hecho, el promedio de más de 100 FPS convierte a la experiencia en algo casi cinematográfico, con transiciones suaves, tiempos de carga mínimos y una nitidez que realza aún más los escenarios oscuros y atmosféricos del juego. La compatibilidad con tecnologías modernas como la generación de fotogramas para tarjetas de última generación es un plus adicional que merece ser destacado.
En consolas de nueva generación, tanto en PlayStation 5 como en Xbox Series X, el desempeño se mantiene a un nivel muy alto. Las versiones de consola ofrecen una tasa de cuadros estable en la mayoría del tiempo, y aunque existen pequeñas caídas puntuales durante escenas particularmente cargadas —por ejemplo, con múltiples enemigos o efectos visuales simultáneos—, en ningún momento afectan la jugabilidad de forma seria. Esas caídas son breves y raras, lo que demuestra un trabajo técnico responsable y bien ejecutado por parte del estudio.
Conclusión: una apuesta segura, pero con alma
Steel Seed no llega con la intención de redefinir el género ni competir con los titanes que claramente lo inspiraron. En cambio, apuesta por una experiencia cinematográfica accesible, con un fuerte enfoque en la exploración, una ambientación visualmente impactante y una historia que, si bien no alcanza el dramatismo o la profundidad de títulos como NieR Replicant o Horizon Zero Dawn, logra mantener al jugador interesado gracias a su mundo misterioso y la entrañable relación entre Zoe y Koby.
Es un juego que se siente como un tributo respetuoso a los clásicos modernos del género, y en eso cumple con solidez. Sus puntos fuertes se encuentran en la jugabilidad fluida de plataformas, la estabilidad técnica y una atmósfera que sabe envolver. Sin embargo, sufre por un sistema de combate simplificado que rápidamente se vuelve repetitivo, una narrativa que no logra trascender y una clara falta de identidad propia que lo aleja de la excelencia.
Si eres de los que disfrutaron de Uncharted, Tomb Raider o Jedi: Fallen Order y buscas una aventura similar, sin complicaciones y con un enfoque audiovisual potente, Steel Seed podría ser una grata sorpresa. Pero si esperas un título que te desafíe en combate, te emocione hasta las lágrimas o te deje pensando durante días, este no es ese juego.
Al final del día, Steel Seed es como una película de ciencia ficción que ya hemos visto, pero que aún así disfrutamos ver otra vez.