Pocos juegos te lanzan a la ruina tan rápido como Atomfall. Lo último de Rebellion Developments (Sniper Elite), Atomfall, es un juego de acción y supervivencia postapocalíptico ambientado en el norte de Inglaterra. A diferencia de los títulos anteriores del estudio, aquí la narrativa juega un papel central, con un fuerte enfoque en la investigación y el descubrimiento del misterio detrás del desastre en la Planta Atómica de Windscale.
El juego utiliza un evento nuclear real, aunque poco conocido, como punto de partida para una historia intrigante que mantiene al jugador en vilo. A lo largo de sus aproximadamente veinte horas de duración, cada elemento del diseño se alinea para sumergirte en un viaje de exploración y revelaciones.
Un mundo que premia la curiosidad
Lo que hace que este misterio sea tan cautivador es la falta de orientación tradicional. Al salir del búnker sin memoria y con instrucciones vagas para “encontrar el Intercambio”, el mundo de Atomfall se abre completamente. A excepción de los momentos iniciales y la estructura de su desenlace, cada jugador vivirá una aventura única, recolectando pistas en distinto orden y afrontando los desafíos con los recursos disponibles. Las pistas no son solo piezas narrativas, sino una mecánica clave para avanzar. En esencia, Atomfall es un juego impulsado por la investigación, en el que la curiosidad es tu mejor aliada. Cada descubrimiento organiza la información en categorías temáticas que facilitan el seguimiento de la historia.
El juego evita el clásico sistema de marcadores de misión. Si bien algunos personajes ofrecen indicaciones específicas, el grueso de la investigación recae completamente en el jugador. Las pistas están entrelazadas de manera brillante, y casi todas se relacionan con el misterio central. Ojalá más juegos se atrevieran a confiar en la intuición del jugador en lugar de depender de iconos en el mapa.
La zona de cuarentena del Distrito de los Lagos es un gigantesco puzle interconectado, donde cada capa de exploración revela secretos ocultos. Su diseño de mundo es uno de los mayores aciertos de Atomfall, con mazmorras en bucle y conexiones entre zonas que crean una experiencia fluida y envolvente sin sentirse abrumadora.
Un combate que cumple, pero no deslumbra
Si bien la exploración y la historia son el alma del juego, el combate es el motor que mantiene el peligro latente. A lo largo de la partida, los enfrentamientos se sienten tensos y letales. Con una sola mejora para aumentar la salud máxima, el juego mantiene una sensación constante de vulnerabilidad. Como una persona común, unas cuantas balas perdidas pueden significar el final. En los combates contra humanos, el control de masas es clave, pero afortunadamente, los enemigos también caen rápido ante un ataque bien ejecutado.
El combate es funcional, pero carece de profundidad. Aunque fabricar cócteles molotov o vendajes en pleno tiroteo añade emoción, el arsenal y las mecánicas se sienten algo limitadas. Al no haber una barra de experiencia ni un sistema de progresión convencional, Atomfall enfatiza el uso estratégico de los recursos, lo que ayuda a mantener la tensión.
Sin embargo, la variedad de enemigos es uno de los puntos débiles del juego. Gran parte del tiempo se lucha contra los mismos enemigos humanos, y aunque hay amenazas más interesantes, como los mutantes salvajes y los robots B.A.R.D., su aparición es demasiado esporádica. Sería genial que el combate contra las distintas facciones humanas tuviera más diferencias, ya que actualmente se sienten demasiado similares.
El sigilo, por otro lado, se queda corto. Aunque es posible eliminar enemigos silenciosamente con un arco o usar la hierba alta para esconderse, la falta de herramientas básicas como silbidos o distracciones hace que la infiltración nunca sea una opción completamente viable. En la mayoría de los encuentros, la acción se impone sobre la sutileza.
Supervivencia bien equilibrada
A pesar de no contar con barras de hambre o fatiga, la recolección de recursos es un aspecto esencial. La gestión de materiales para fabricar munición, curaciones o explosivos añade una capa extra de estrategia. El juego logra un equilibrio acertado: la escasez de suministros se siente realista, pero nunca es frustrante. Si eres prudente, siempre tendrás lo necesario para seguir investigando.
Dirección artística y diseño sonoro de alto nivel
Aunque no es un referente gráfico, Atomfall brilla en su dirección artística. Sus colinas verdes ondulantes contrastan con una estética retrofuturista de los años 60 que le otorga un carácter único. Los escenarios están llenos de detalles que refuerzan la sensación de un mundo colapsado tras un desastre nuclear. Además, la variedad de entornos, tanto en la superficie como en los búnkeres subterráneos, mantiene la exploración fresca e interesante.
El diseño sonoro es otro gran acierto. Desde los disparos contundentes hasta los susurros inquietantes que acechan en la oscuridad, el sonido refuerza la tensión del juego. El detector de metales emitiendo pitidos al encontrar algo enterrado es una pequeña pero brillante mecánica que refuerza la inmersión.
El doblaje es en general excelente, aunque algunas animaciones faciales dejan que desear, lo que en ocasiones le resta impacto a los diálogos.
Opciones de accesibilidad y rendimiento técnico
El menú de accesibilidad es excepcional. Permite modificar numerosos parámetros, desde la persistencia de los enemigos hasta la asistencia en la investigación. Esto hace que Atomfall sea una experiencia flexible para todo tipo de jugadores. Pocos juegos ofrecen tal nivel de personalización en sus opciones.
En cuanto al rendimiento, el juego es bastante estable. Durante mi tiempo de juego, solo encontré pequeños bugs gráficos y algún problema menor con el audio, pero nada que afectara la experiencia general. El único inconveniente notable fue la animación algo torpe al moverse sobre terrenos irregulares, pero no es un problema grave.
Un misterio que vale la pena descubrir
Más allá de su jugabilidad, lo que realmente hace especial a Atomfall es la manera en que cada jugador reconstruye los eventos del desastre de Windscale. Cada pista encontrada no solo amplía la historia, sino que recontextualiza todo lo que has visto hasta ese momento. Decidir en quién confiar se convierte en uno de los momentos más memorables del juego.
Al final, Atomfall ofrece respuestas… pero no todas. Algunos cabos sueltos quedan abiertos para futuras entregas o expansiones. Sin embargo, la sensación de haber vivido una historia propia hace que valga la pena cada minuto de investigación.
Un nuevo referente en el género
Al hablar del género y las expectativas, Atomfall se presenta como un juego de acción y supervivencia, pero en realidad, se acerca más a un simulador inmersivo ligero. Comparaciones con Fallout son inevitables, pero en esencia, se siente más cercano a BioShock: un mundo interconectado, un fuerte énfasis en la exploración y una historia que se construye a través del entorno y la investigación.
No es un juego perfecto, pero sus fortalezas hacen que sus debilidades sean fáciles de perdonar. Cuando estás explorando los búnkeres de B.A.R.D., descubriendo los secretos de los druidas de Casterfell o desentrañando el enigma del Intercambio, todo lo demás pasa a segundo plano. El misterio es demasiado atrapante para ignorarlo.
Conclusión: Un triunfo para Rebellion
Atomfall es un punto de inflexión para Rebellion Developments. Una prueba de que la libertad narrativa y la exploración bien diseñada pueden ofrecer experiencias inolvidables. Sus mecánicas pueden no reinventar la rueda, pero el diseño del mundo y la intriga central lo convierten en un juego difícil de olvidar. Si te gusta perderte en misterios densos y mundos interconectados, este es un juego que definitivamente merece tu atención.
